domingo, 5 de febrero de 2017

Diario de un viajero en el año DCCLXII a.U.c.: "Amor fraternal"

Como producto final del proyecto "Viajando por el Imperio (4º ESO)", ofrecemos una excelente redacción realizada por uno de los alumnos viajeros: Sergio Aristizábal.
En el año 9 d. C. él está en Tarraco (Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, actual Tarragona)  acompañando a sus dos hermanas, a las que deja para alistarse en el ejército de Roma. Las chicas se quedan en las canteras de El Medol, próximas a la via Augusta y...
Y hay que seguir leyendo, porque como dice el protagonista: "El itinerario ya estaba trazado, pero en un camino tan largo a veces las personas se pierden".


AURELIUS (DCCLXII a.U.c. ANTE DIEM VI KAL. IUL.)

Hoy mis hermanas y yo hemos llegado a Tarraco, una gran ciudad, donde nos apetecía parar para conocer y ver si es un buen lugar para asentarnos y echar raíces. Hemos podido ver al emperador César Augusto. Según las malas lenguas iba a controlar unas campañas, pero al final no fue porque se encuentra mal de salud. Yo no creo nada de lo que dicen; en el fondo confío en mi emperador y en su fuerza de voluntad para salir adelante y hacerle frente a cualquier enfermedad. La vía Augusta y el nuevo altar demuestra lo equivocada que está la gente sobre él. Me siento dichoso de haber podido conseguir, entre todo el revuelo de la ciudad, un fragmento donde especifican muy bien las dimensiones, extensión y capacidad de la vía. Con el fin de no perderlo nunca, pienso pegarlo en este diario.


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El dinero que vergonzosamente robamos a nuestros padres es el necesario para que yo pueda entrar en el ejército. Aún así no sé qué va a ser de mis hermanas si me lo llevo. Esta decisión ha sido dura, pero pensando en su bienestar y futuro, creo que les voy a ser más útil ocupando un puesto en la milicia romana que aquí, haciendo ritmos para sus danzas sin contribuir en nada. Sé que algún día comprenderán mi decisión y podremos conformar esta familia que busca desesperadamente un poquito de amor .

Mientras mis hermanas fueron a las canteras de El Médol para abastecer de agua a los trabajadores y al menos así tratar de reunir algo de dinero para nuestra futura casa, yo decidí buscar zonas de reclutamiento y además tratar de familiarizarme con el entorno. 

En mi camino por Tarraco pude encontrar numerosas edificaciones, entre ellas el hermoso Arco del triunfo de Bará, el circo, el foro, el acueducto de Les Ferreres, etc. De lo único que me siento orgulloso de mis padres es de los pocos conocimientos de arte que me transmitieron, pudiendo identificar en el arco capiteles corintios y su magnífica roca, la calcárea. Tal fue mi asombro que traté de reproducir el arco y las demás estructuras que se alzaban a mi paso, así sería imposible olvidar esas bellezas arquitectónicas. Al ver el acueducto sentí que no podía controlar mis sentimientos ante tal majestuosidad. Tarraco debía de agradecer a su gran emperador, César Augusto, el gran trabajo elaborado .

       Arco del Triunfo de Bará                                                Acueducto de Les Ferreres
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Cuando ya empezaba a desfallecer encontré una zona de reclutamiento militar. Fui corriendo a lo que podíamos llamar nuestra casa, cogí todo el dinero, y sin pensarlo dos veces me presenté a las pruebas dónde me exigieron un examen médico, medir más de 1,60 y tener ciertas capacidades físicas. Esperando los resultados me crucé con un impertinente y soberbio, que si no hubiera sido porque me sujetaron no sé qué hubiera sucedido. Pero eso no fue lo peor, el impertinente y soberbio resultó ser un legionario. Este me impuso la condición de que para poder formar parte del ejército debía costear mi propia indumentaria. Todos mis planes se habían roto. Los 1.000 denarios me llegaban para alimentarme durante un cierto periodo de tiempo y tener una pensión donde alojarme. Lo había decidido: esperé a que mis hermanas llegaran con el dinero que habían reunido ofreciendo agua en la cantera, lo robé y me fui sin mirar atrás. Ya oscurecía. La noche y las lágrimas envolvían todo sentimiento de culpa. Había fallado a las únicas personas que me han dado amor en esta vida, mis hermanas.

Cuando llegué, pagué el precio de los pocos insultos que me llegó a decir a aquel legionario. Me proporcionaron la galea (casco), el pilum (lanza), túnica de lana, un cingulum (cinturón), caligae, scutum (escudo) y lorica segmentata (pechera). Me equipé y me proporcionaron 1 modius de agua y además me dieron 24 escrúpulos de pan. Allí sentado conocí a Diocleciano, un granjero en busca de la carrera de legionario. En mi opinión es una persona correcta, sencilla y humilde. Le conté mi historia y él me aconsejó que me despidiera de mis hermanas, que era mejor que supieran donde estaba y porqué. Le hice caso y volví.

                                                                 MI EQUIPAMIENTO ROMANO
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Ya era casi medianoche y cuando llegué encontré a mis hermanas afligidas, asustadas por su único hermano. Al contarles mi plan las dos me dieron de lado emprendiendo camino hacia otra ciudad en busca de sanar las heridas tan recientes que les había causado y tratando de mejorar su vida. El itinerario ya estaba trazado, pero en un camino tan largo a veces las personas se pierden.

No sé si las heridas sanarán algún día, lo único que quiero es que en el futuro pueda volver a sentir ese amor de hermanas que nunca me había hecho tanta falta como hasta ahora.

Mañana será un gran día y comenzaré mi carrera militar con la única persona que conozco y puedo decir que me conoce: el granjero Diocleciano.

AURELIUS (ANTE DIEM III KAL. DEC.)

Ha pasado mucho tiempo ya desde que no escribo en este diario. He de admitir que estar en el ejército me ha consumido, aunque sólo lleve un un mes escaso. Justo después de alistarme se desató una terrible batalla en el bosque de Teutoburgo, en la que tres legiones completas encabezadas por Publio Quintilio Varo fueron prácticamente aniquiladas por Arminio, líder de los Queruscos. Fui capturado y me torturaron para extraer de mí información. Me siento en la obligación de que mi experiencia se vea reflejada en este diario por lo traumática que fué y porque es la única forma que tengo de hablar.

Estábamos llegando y nos tendieron una emboscada; me interrogaron y como no accedí a darles información esencial, me cortaron la lengua. Logré escapar y en ese momento me dí cuenta del gran error que cometí al dejar a mis hermanas.

Quería reencontrarme con ellas, pero la única manera de hacerlo era pidiéndole ayuda a mi gran compañero Diocleciano, que en poco tiempo había subido de rango y poseía dinero y poder: lo que yo necesitaba para reencontrar a mis hermanas. Me siento orgulloso de Diocleciano al ver cómo ha ido superado todas las dificultades que se le presentaban. Algún día, según él, será emperador de Roma. Espero que lo logre.

Siguiendo el riguroso itinerario de mis hermanas pensé que debían de estar en Vindobona, una gran ciudad a orillas de un gran río caudaloso, el Danubio. Para poder llegar allí, Diocleciano me confió uno de los transportes más rápidos , el covinus, pudiendo llegar a mi destino en pocos días. Además de esto me proporcionó 600 denarios para comer lentejas (100d.), judías (100d.), arroz (100d.) y un manjar: jamón. Y todo esto gracias a la gran suma de dinero que le daban a Diocleciano por ser legionario (15.400 d. ). 

Cuando llegué a Vindobona ví que era bonita y tenía algo que me atraía. Me recordaba a mi casa en Asturica. Al final pienso que nuestros padres no eran tan malos, a lo mejor todo lo hacían solo para que en un futuro tuviéramos disciplina. Como había llegado agotado y un poco desaseado, decidí ir a unas termas con el dinero que me sobrara de la comida , en aquel ambiente de relajación, no se me ocurrió otra cosa que dibujar aquella escena .



                                                     TERMAS DE VINDOBONA


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Luego del baño que me dí, decidí ir a comprarle regalos a mis hermanas, porque después de tanto tiempo y después de lo que les hice, no podía llegar con las manos vacías. Les compré unos productos de cosmética, entre ellos una pintura especial para resaltar su entrecejo hecha a base de huevos de hormiga machacados con moscas secas, y carmín rojo, uno hecho de frutas podridas para Flavia y otro de moluscos para Lucía. A parte de estos, un objeto pequeño redondeado de marfil, vidrio, hueso o madera, que se sumergía en aceite o en agua, con el que se ponían el perfilador de ojos, que se obtenía con la galena, con el hollín o con el polvo de antimonio. Hablando con la chica de la tienda (taberna), me di cuenta de que algo indispensable para mis hermanas era un espejo: según la mujer del establecimiento este era especial, pues venía de una factoría muy importante en Brindisi.

                                   PINTURAS PARA LA CARA, CARMÍN                                                         MAQUIL~1.JPG                                                 2432565453.jpg


ESPEJOS, PERFILADOR DE OJOS


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Después de comprar estos regalos para mis hermanas me dí cuenta de que me quedaban unos cuantos denarios: me llegaba para comprar dos vestidos de seda. Se los doy porque ellas lo son todo para mí. Y por eso lo doy todo por ellas.

Después del reanimarme con las compras, me he dado cuenta de que no tenía ni la menor idea de dónde encontrarlas, con lo cual tuve que ponerme a buscarlas.

En mi búsqueda me sorprendió ver las letrinas repartidas por toda la ciudad. Estas poseían unas corrientes internas de agua que mantenían el lugar limpia de residuos. Yo no estaba familiarizado con estas cosas . Lo que más sorprendido me dejó fue la conexión de tuberías subterráneas por toda la ciudad, normalmente estaban hechas de plomo y llevaba agua de embalses. Me encanta el conocimiento que estoy adquiriendo gracias a lo que nos cuenta la gente de Vindobona, que vió todo el proceso de construcción. 

Después de todo este tiempo me he dado cuenta que mi vocación es el dibujo , porque todo lo que veo me provoca transmitirlo al papel , para no olvidarlo.

LETRINA PÚBLICA TUBERÍA SUBTERRÁNEA
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                        POZO


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Habiendo perdido ya toda esperanza de poder encontrar a mis hermanas decidí ir a ver un espectáculo de unas bailarinas. Cuando me senté me quedé anonadado con toda la multitud de gente que esperaba el espectáculo.

Cuando salieron a bailar,  una lágrima recorrió mi rostro. ¡Eran mis hermanas! ¡Las había vuelto a encontrar! ¡Y ellas al verme no pudieron contener sus ganas y saltaron hacia mí! Me dieron ese calor fraternal de hermanos .

Se habían vuelto famosas. Me sentía orgulloso de mis hermanas, por lo que fueron, son y serán.                                                                       SERGIO ARISTIZÁBAL HERNÁNDEZ (4C)


                                                       TARRACO (ACTUAL):


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